Madagascar es uno de los seis países que tienen la tasa más elevada de desnutrición en el mundo. La mitad de los niños en el país con menos de cinco años de edad sufren de desnutrición crónica, y diversificar su dieta es un elemento clave del Programa Nacional de Nutrición Comunitaria que se realiza en 6.000 centros en toda la región insular de África. La malnutrición crónica, de hecho, depende no sólo del acceso a los alimentos, sino también de su variedad.
Los lugareños están acostumbrados a comer arroz, pero tienen que aprender a variar su dieta y la de sus hijos en base a los productos locales. El objetivo del programa consiste en demostrar cómo preparar los alimentos y, sobre todo, cómo conservar los alimentos.
En el centro de alimentación de Rantolava, a 450 km de la capital, se ha reservado un espacio para el cultivo de diversas hortalizas como calabacín, tomates, repollo, moringas, patatas, judías verdes y repollo chino. A diferencia de la desnutrición severa, que se manifiesta por una drástica caída en el peso, los efectos de la crónica son menos evidentes y se manifiestan de una manera más sutil, con el retraso del crecimiento.
Los padres a menudo no se dan cuenta de lo que sus hijos están sufriendo, en comparación con los niños normales son más frágiles y más vulnerables a enfermedades como la diarrea o la malaria. Incluso el desarrollo cognitivo se ve limitado y no tienen buenos resultados escolares.
Sin embargo, la diversificación de las dietas infantiles en sí misma no es la solución al problema en Madagascar. Según UNICEF, es igualmente importante mejorar el acceso al agua limpia, la higiene y la asistencia sanitaria, así como reducir los matrimonios precoces y mejorar la nutrición de los adolescentes y las mujeres, en particular las embarazadas y en periodo de lactancia materna.
Vía: Fides
Imagen: IPS Noticias